Incendian el Templo de Artemisa
- Fernando Swain
- 21 jul
- 2 Min. de lectura
21 de julio del 356 a. C.
Un hombre llamado Heróstrato incendió el majestuoso edificio

Una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo en Éfeso (actual Turquía)
Lo hizo deliberadamente con el único propósito de alcanzar la fama eterna, confesando su crimen tras ser capturado.
Las autoridades de la ciudad, horrorizadas por su motivo, ordenaron no solo su ejecución, sino también un edicto de damnatio memoriae, prohibiendo que se mencionara su nombre para evitar que obtuviera la notoriedad que buscaba. Sin embargo, el historiador griego Teopompo documentó su identidad, y paradójicamente, su nombre de perduró en la historia, símbolo del deseo de fama a toda costa.
El templo, dedicado a Artemisa, diosa de la caza y la fertilidad, era una construcción colosal de mármol, rodeada por 127 columnas jónicas de unos 18 metros de altura. Su destrucción coincidió —según la leyenda— con la noche del nacimiento de Alejandro Magno, quien más tarde financiaría parte de su reconstrucción.
El hecho marcó profundamente la historia cultural antigua y el nombre de Heróstrato dio origen al término “herostratismo”, que designa la búsqueda de notoriedad mediante actos infames.
Ejemplos históricos
Heróstrato (356 a. C.)
Quemó la construcción únicamente para que su nombre quedara registrado en la historia.
Guy Fawkes (1605)
Participó en la "Conspiración de la pólvora" para volar el Parlamento británico. Aunque sus motivaciones eran políticas y religiosas, su imagen se ha convertido en símbolo popular, en parte por la fama infame que alcanzó.
Gavrilo Princip (1914)
Asesinó al archiduque Francisco Fernando, heredero al trono austrohúngaro. Su acto detonó la Primera Guerra Mundial. Aunque motivado políticamente, buscó un acto de gran resonancia.
Ejemplos contemporáneos
Atentados mediáticos y tiroteos masivos
Algunos autores de tiroteos en escuelas o lugares públicos (como Columbine en 1999 o Uvalde en 2022) han dejado manifiestos o grabaciones en los que expresan su deseo de volverse famosos o ser recordados, aunque sea por crímenes atroces.
Youtubers o influencers que cometen actos extremos
Casos de personas que hacen retos peligrosos, bromas humillantes o vandalismo, como entrar a sitios prohibidos o destruir obras de arte, solo para conseguir vistas y seguidores grabando sabotajes a museos, trenes o restaurantes.
Vandalismo en sitios históricos o naturales
Personas que graban sus nombres en ruinas antiguas (como el Coliseo en Roma) o dañan artefactos milenarios, buscando atención en redes sociales.
Artistas o celebridades que generan escándalos premeditados
Algunos músicos o celebridades provocan polémicas para mantenerse vigentes: insultos, actos públicos ofensivos o incluso “filtraciones” planeadas.
El herostratismo se manifiesta cuando la fama se convierte en un fin en sí mismo, sin importar si se alcanza por méritos o por actos condenables.
En la era digital, este fenómeno se ha multiplicado, especialmente en redes sociales, donde la visibilidad puede otorgar poder, dinero o influencia, incluso a costa de la ética o la legalidad.
De alguna forma, los pararazzis son heróstratas modernos que lucran con sus fotos para que sobresalga el medio que les paga, aunque no aparezca su nombre en el reportaje correspondiente.
F . S.


























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