top of page

La fascinación del desastre


Columna de opinión escrita por Juan Villoro para el diario Reforma


Viernes 26 de septiembre de 2025


Juan Villorio

En 2012 visité Chichén Itzá. Entonces, la cultura new age hablaba con pasión del "apocalipsis maya" que supuestamente sucedería el 21 de diciembre de ese año. Lo más sorprendente era que todos los hoteles de la zona estaban reservados para presenciar el desenlace fatal. ¡Si el mundo se acaba, más vale tener boletos de primera fila!


El ser humano no sólo se adapta a las malas noticias: las disfruta. ¿Hay algo más fascinante que las últimas oportunidades? Cada gira de los Rolling Stones entusiasma tanto como conseguir un asiento para la Última Cena.


Somos irresponsables, pero no por desinformación. El experto en medios Bernhard Pörksen señaló en la revista Der Spiegel que el mundo padece una "sabia ignorancia". El conocimiento no lleva a la acción.


El 23 de junio de 1988, James Hansen, director del Instituto Goddard para Estudios Espaciales de la NASA, ofreció ante el Senado de Estados Unidos pruebas irrefutables del "efecto invernadero". Sus palabras hicieron que el New York Times escribiera en su portada: "El calentamiento de la Tierra ha comenzado". Tanto las claves como las soluciones del problema estaban a la vista; sin embargo, no se hizo nada al respecto y las emisiones de carbono continuaron como siempre.


¿A qué se debe nuestra parálisis? En primer lugar, hay un bloqueo instintivo ante las amenazas. No es fácil pensar en el medio ambiente cada vez que cargas gasolina. El ecocidio es abstracto y la necesidad de llegar al trabajo es concreta. Por otra parte, las fake news niegan la evidencia y la publicidad ofrece "remedios paliativos". Los consorcios que más contaminan lanzan campañas de "compromiso sustentable" con imágenes de mariposas en vuelo. Además, científicos de renombre argumentan que no sucede nada grave. El meteorólogo alemán Hans von Storch sostiene que padecemos una "histeria climática". En 2003, cuando la ola de calor cobró 70 mil víctimas en Europa, describió el calentamiento como una alteración natural de agradables consecuencias.


A esto se suma otro hecho: demasiados desastres compiten por nuestra atención. A nivel mundial, la pandemia, la guerra de Ucrania, el genocidio en Gaza y los populismos extremos tienen consecuencias tan inmediatas y dramáticas que resulta difícil tomar en cuenta amenazas más severas pero de mediano plazo, como la inteligencia artificial y el ecocidio.


Lo asombroso es que, para muchos, la caída no sólo es inevitable sino atractiva. Schopenhauer ha vuelto a acertar; vemos lo que queremos ver: ¡el mundo como voluntad y representación!


Desde el Bhagavad-gita y el Apocalipsis de San Juan, hasta las novelas de Margaret Atwood y Cormac McCarthy, contamos con apasionantes narrativas sobre el fin de los tiempos.


El instinto de supervivencia se nutre de la dificultad de llevarlo a cabo. Cuando una chica te gusta, si te dicen que es "peligrosa", te gusta más. El abismo atrae.


Mientras una franja de la humanidad se entera de pocas cosas porque se la pasa viendo gatitos en TikTok, otra franja se divierte presenciando cataclismos. Los adolescentes del planeta se han dejado cautivar por la devastación en diversos videojuegos: Fort Apocalypse en 1982, Doom en 1993, Deus Ex a partir de 2000. De acuerdo con DemandSage, actualmente hay 3 mil 320 millones de gamers y se espera que la cifra se duplique en 2029. La adicción a esta realidad alterna es tan marcada que en 2018 la OMS tipificó un nuevo malestar: gaming disorder, que define a los jugadores escindidos del entorno.


Pero las representaciones culturales no son responsables de la indiferencia o la fascinación ante el apocalipsis. No estamos ante una causa sino ante un síntoma. El verdadero problema es que la destrucción sea real y una frase aparezca en la pantalla: Game over! Suiza asumió la paranoia con rigor de relojería y cuenta con 360 mil refugios antibombas. Eso constata, pero no detiene el anhelo de destrucción.


¿Vale la pena seguir dando voces de alarma, poner la bandera roja en la playa? Las narrativas distópicas suelen presentar a una minoría que se salva; sin embargo, en la situación actual, la supervivencia no puede ser individual. El lema de la comuna de París cobra renovada actualidad: "O todos o ninguno".


El tema decisivo es este: en cada uno de nosotros alberga la esperanza, y acaso el placer, de ser el último de la serie, el invitado que despida la fiesta y apague la luz.


La fascinación del desastre

Juan Villoro

Reforma


----------------------------------------------------------------------------




Autocracia y libertad de prensa

Columna de opinión escrita por Héctor Aguilar Camín para el diarioMilenio


Jueves 26 de septiembre de 2025


Héctor Aguilar Camín

En su camino a la autocracia, que está escrito en la Constitución, México libra una batalla democrática no perdida aún: la batalla por la prensa y la libertad de expresión.


El proyecto autocrático es claro en su trato con los medios, así como en su legislación aprobada de telecomunicaciones y control del espacio digital.


También es claro el uso de la legislación electoral, a pretexto de la llamada “violencia política de género”, para juzgar, callar y castigar a periodistas y ciudadanos.


La cantidad de periodistas muertos en estos años no tiene precedentes en el país. El gobierno es responsable aquí de omisión y de indiferencia judicial. Su indiferencia alienta en vez de contener la impunidad de los asesinos (fuerte abrazo, Ciro Gómez Leyva).


La deriva autocrática contra la prensa libre es clara también como corrupción, pues incluye la compra de periodistas, canonjías millonarias para medios afines y la oficialización grotesca de los medios de comunicación al Estado.


Todo esto es una tendencia dominante, creada por el gobierno, para ahogar la libertad de expresión en el país y a quienes pueden y quieren ejercerla.


Pero los espacios de libertad y resistencia también son claros. Curiosamente, ganan credibilidad cuando navegan contra corriente, y ganan batallas inesperadas.


Dos problemas políticos mayores que enfrenta el gobierno, el de su complicidad con el crimen organizado en Tabasco y con el huachicol fiscal en puertos y aduanas, estuvieron antes en la prensa que en la corriente central de la vida pública.


Asediada y resistente, la prensa ha ganado batallas típicas de la libertad de expresión, aquellas que consisten, Orwell dixit, en decir lo que el poder no quiere oír.


Una notable paradoja del momento político de México es que, mientras el gobierno crece su dominio legal, político y corruptor sobre la libertad de expresión, padece una crisis de credibilidad, en la opinión pública, por la libertad de expresión de la prensa que rehúsa el dominio autocrático y aguza sus instrumentos.


Es una batalla desigual, muy desigual, por eso mismo más digna de nota y de reconocimiento.


Gracias a los libres de la prensa. Su libertad ejercida nos hace libres.


----------------------------------------------------------------------------



Descontento acumulado


Columna de opinión escrita por ​Francisco Garfias para el periódico Excélsior


Viernes 26 de septiembre de 2025

Francisco Garfias

La imagen es elocuente. Un camión en llamas incrustado ayer en la puerta 1-A del Campo Militar en la CDMX. Petardos y pintas escritas por normalistas encapuchados, la víspera del 11º aniversario de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, reflejan el descontento acumulado.


Es la respuesta a un régimen que lucra políticamente con la tragedia de Ayotzinapa, pero que, tras casi siete años en el poder, se rehúsa entregar los archivos de la Sedena.


Padres de los desaparecidos acusan al Ejército de obstruir la investigación. Ayer no hubo lesionados que lamentar. Hoy quién sabe…


* Menudo dilema para la presidenta Claudia Sheinbaum.  Los militares son aliados de la cuatroté. Develar los 800 folios que tiene la Secretaría de la Defensa sobre esa negra noche de Iguala podría afectar a militares encumbrados del régimen.


Ya de por sí tiene que lidiar con el escándalo de la red de huachicol fiscal, que dañó el prestigio de la Marina, y con los presuntos vínculos de Adán Augusto López con el cártel de La Barredora.


No es la primera vez que se producen protestas de los normalistas contra instalaciones militares en la CDMX.


En los aniversarios anteriores, desde 2015, las manifestaciones han pasado por sedes militares o por Paseo de la Reforma, con quemas de efigies, consignas y pintas, pero sin derribo de puertas o explosivos.


Este año subieron de tono. Apenas hace unos días hubo ataques con petardos en las instalaciones del 27 Batallón de Infantería, en Iguala, o la 35 Zona Militar en Chilpancingo.



Comentarios


Suscríbete para recibir novedades exclusivas

¡Gracias por suscribirte!

Contacto

  • Facebook
  • Twitter
  • Instagram

Conmutador: (624) 145 7963

Teléfonos: 624 145 7912 (Ventas)

624 145 8182 y 624 145 8183 (Cabina)

Email: contacto@cabomil.com.mx

© 2025 Cabo Mil , Sitio Realizado y administrado por Imandi

bottom of page