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Las dos Claudias


Columna de opinión escrita por Carlos Loret de Mola para el diarioEl Universal


Martes 30 de septiembre de 2025


Carlos Loret de Mola

La primera Claudia trabaja de 7 a 9 de la mañana.


Dice que su gobierno es el segundo piso de la cuarta transformación. Que López Obrador es un hombre íntegro. Que su estrategia de seguridad no ha cambiado, que de hecho, ha dado continuidad a la exitosa estrategia de seguridad de López Obrador. Que con López Obrador se acabó la corrupción y la impunidad. Que el gobierno de López Obrador avanzó con el combate al huachicol. Que en el sexenio pasado se hizo todo lo que se tenía que hacer para acabar con el desabasto de medicamentos. Que López Obrador no tiene mancha y vive en el corazón de todos los mexicanos.


La segunda Claudia trabaja el resto del día. Encabeza un gobierno que en el resto del día se ha dedicado a exhibir a López Obrador.


Nada queda ya del “abrazos no balazos”. Ahora hay puros balazos. Mientras López Obrador no tocaba a los narcos ni con el pétalo de una rosa, con Sheinbaum hay 30 mil detenidos. Mientras López Obrador decía que en México no se producía fentanilo, en un año de Sheinbaum se han destruido más de mil narcolaboratorios. Mientras López Obrador decía que se había acabado con el huachicol, con Sheinbaum se anuncia que se destruye una red de huachicol una semana sí y la otra también. Mientras López Obrador sacaba el pañuelito para proclamar que “ya se acabó la corrupción”, en el gobierno de Sheinbaum se integró el expediente del mayor acto de corrupción en la historia de México: los más de 100 mil millones de pesos de la red de huachicol fiscal de los sobrinos del secretario de Marina de AMLO. Mientras AMLO decía que ya se habían terminado las factureras, los claudistas en el Congreso presentan un estudio revelando que las factureras evaden 1.4 billones de pesos.


La Claudia de los dichos trabaja de 7 a 9 y esculpe la figura del líder. La Claudia de los hechos trabaja el resto del día y ha sido políticamente letal para López Obrador, sobre todo en las últimas semanas.


La Claudia de los dichos defiende a López Obrador. Defiende a Adán Augusto López, dice que no hay señalamientos en su contra por La Barredora y se siente satisfecha con su explicación sobre su dinero. Defiende al almirante exsecretario Rafael Ojeda, y dice que él denunció hace dos años la corrupción en la Marina (aunque se contradiga después y asegure que la investigación sobre sus sobrinos partió de la incautación de un buque este marzo). Defiende a Andy López Beltrán y dice que ha sido víctima de una campaña de calumnias de quienes quieren debilitar al movimiento.


La Claudia de los hechos encabeza un gobierno que dejó fluir los dos expedientes para que la ciudadanía los conozca y la prensa los desmenuce. Y ahí vienen nombres y apellidos. Transas y hasta asesinatos. Aparecen Adán Augusto López, sus funcionarios y sus empresarios amigos. Imposible que Adán Augusto no estuviera enterado. Aparecen los sobrinos de Ojeda y cómo la Marina estaba a sus órdenes para ascensos, cambios, operaciones. Imposible que Ojeda no supiera. Aparece cuatro veces “hijo de López Obrador”. Imposible que no supiera el junior. Imposible que no supiera el expresidente: todos son sus íntimos. Es el actual gobierno evidenciando que en lo más alto del gobierno anterior se permitía la corrupción y había impunidad. Y ambas a niveles históricos.


Ya no existe la Megafarmacia. Tampoco Segalmex. Y Gas Bienestar como si no existiera. Ya resucitaron las estancias infantiles. Ya se reconoció el desabasto de medicinas. Y ya empezará a producir -algo- Dos Bocas. Ya hubo una “revisión estratégica” de Mexicana de Aviación (cerró casi la mitad de la rutas). Ya plantearon recortar un tercio del déficit presupuestal.


Hablar de una manera y actuar de otra es algo muy común, más en política. Sin embargo la presidenta está caminando sobre terreno minado. La estrategia puede ser intentar obtener lo mejor de ambos mundos: quitarle poder a los cercanos que le heredó AMLO y que la han desafiado, sin romper con el expresidente a quien le debe todo. ¿Le va a salir la jugada? Falta ver la respuesta de Palenque ante los dichos… y ante los hechos. La respuesta de Palenque a la presidenta Claudia, o a las dos.



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El escándalo de Adán, ahora en


la cancha de Raquel Buenrostro


Columna de opinión escrita por ​Pascal Beltrán del Río para el periódico Excélsior


Martes 30 de septiembre de 2025

Pascal Beltrán del Río

La reciente revelación periodística sobre los ingresos del senador Adán Augusto López Hernández ha expuesto una flagrante anomalía que desafía la narrativa oficial de combate a la corrupción y eficiencia recaudatoria, por no hablar de su supuesto compromiso con la austeridad, un discurso que ya huele a rancio.


Se ha documentado que el exgobernador de Tabasco recibió 79 millones de pesos entre 2023 y 2024, por concepto de “servicios profesionales”, de parte de empresas que fueron contratistas en su gobierno estatal e incluso una de ellas señalada por el Servicio de Administración Tributaria (SAT) como “fantasma”.


A reserva de que se confirme cuánto de esos ingresos declaró ante las autoridades hacendarias y si pagó los impuestos correspondientes, su justificación para fungir como prestador de servicios de empresas que tuvieron que ver con su gobierno en Tabasco desafía toda lógica.


“Nunca firmé (un contrato) personalmente, esa no era mi función”, ha dicho el legislador. “Los procesos de contratación los llevan las áreas administrativas del gobierno. Si después esa empresa me contrató como notario o asesor, no hay conflicto de interés: recibí pagos por servicios profesionales, no dádivas”, ha insistido.


Es aquí donde se vuelve central en esta trama la figura de una de las integrantes del gabinete federal de quien poco se ha hablado: Raquel Buenrostro, titular de la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno.


Ella fue jefa del SAT durante el sexenio pasado, entre 2020 y 2022, y a partir del 1 de octubre de 2024 se volvió cabeza del propósito de promoción de la honestidad en el servicio público que dice tener este gobierno.


El presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum han elogiado públicamente a Buenrostro por su honradez y eficacia. “Es una mujer incorruptible (…) quien, en el lugar donde ha estado, se ha desempeñado de una manera sobresaliente”, dijo Sheinbaum sobre ella cuando anunció que la había invitado a formar parte de su gabinete, el 27 de junio de 2024.


Este caso pone a prueba la solidez de esos calificativos y el compromiso real de la nueva dependencia, que sustituyó a la Secretaría de la Función Pública, que, a su vez, reemplazó a la Secretaría de la Contraloría General de la Federación, creada ésta en 1982 al calor de la Renovación Moral del presidente Miguel de la Madrid.


Buenrostro debe pronunciarse sobre este caso. Debe abordar los potenciales conflictos de interés que enfrenta Adán Augusto, quien ha combinado diversas fuentes de ingreso: notario público, gobernador, secretario de Gobernación y, ahora, senador de la República, además de prestador de “servicios profesionales”, sin que quede claro dónde termina una actividad y dónde comienza la otra.


La ironía es mayúscula. El propio López Obrador criticó en su momento a los expresidentes Ernesto Zedillo y Felipe Calderón por trabajar como consejeros o asesores de empresas a las que beneficiaron durante sus mandatos, tachando su actuar de “inmoral, si no es que ilegal”. Adán Augusto, sin embargo, no esperó siquiera a salir del servicio público para establecer una relación económica con ese tipo de empresas.


Él mismo ha contribuido a la suspicacia al afirmar que no estuvo enterado de quiénes eran los contratistas de su gobierno, mismo alegato de ignorancia que ha esgrimido para desmarcarse de su exsecretario de seguridad estatal, Hernán Bermúdez Requena. Lo más grave es que toda esta información ha salido a la luz gracias a investigaciones periodísticas, y no por la acción de las autoridades, como debió haber sido.


El balón está en la cancha de Raquel Buenrostro. De su actuación en este caso, que toca a una figura central del movimiento gobernante, dependerá la credibilidad de la nueva secretaría y del discurso anticorrupción de la autodenominada Cuarta Transformación.


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