Ni menos pobreza ni menos violencia
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Columna de opinión escrita por Ricardo Pascoe Pierce para el periódico Excélsior
Lunes 29 de diciembre de 2025
Ricardo Pascoe Pierce
Crece el sector laboral informal, mientras decrece el formal.
El Inegi produjo un aluvión de “buenos datos” para alegrar a la Presidenta en el cierre del año: más empleo, más clase media, más inversión extranjera, mayores remuneraciones per cápita, menos inflación y mejores perspectivas para 2026. También se publicaron cifras que muestran a la criminalidad y la violencia, en todas sus expresiones, en franca retirada gracias a las agresivas políticas federales de seguridad. Mejor, imposible. Entonces, ¿por qué el Estado de ánimo social no se corresponde con este cuadro de supuestos éxitos?
La razón principal es la disminución de los ingresos reales de los mexicanos. Cuando el PIB no crece (0.3% es considerado crecimiento cero, incluso recesión), pero la población sigue aumentando y demandando más empleos, alimentos y satisfactores, el ingreso per cápita decrece. Hoy, los mexicanos somos, en conjunto, más pobres que hace un año, a pesar de la distribución de dinero mediante programas sociales. Aunque se anuncien los “buenos” datos macroeconómicos y políticos como una generalidad del país, a nivel de calle, barrio y pueblo, esas buenas noticias simplemente no han llegado y, lo que es más importante, no se han sentido. Un dato sencillo: se calcula que la cena de Navidad o Año Nuevo cuesta, en promedio, 12% más que el año pasado. ¿Es mucho o poco ese 12%? Ni lo uno ni lo otro. Es muchísimo, por lo que representa. Implica que la cadena de producción y distribución de productos y servicios en toda la economía se ha encarecido en por lo menos esa proporción durante el año. Este cálculo proviene de las cámaras de servicios, como restaurantes y proveedores de alimentos. Son ellos quienes determinan lo que deben cobrar sus afiliados para hacer rentables sus negocios.
El gobierno se jacta de que México es, estadísticamente, el segundo país con la tasa de desempleo más baja del mundo, sólo superado por Japón. Pero en ese país asiático, el dato se refiere al conjunto de personas en edad de trabajar y no incluye el llamado “trabajo informal”, porque allí prácticamente no existe. En México, la cifra de 2% de desempleo es engañosa, pues sólo una minoría de trabajadores labora en el sector formal y paga impuestos. La gran mayoría (54%) subsiste en el sector informal, sin prestaciones ni seguridad social. Al exaltar ese 2% de desempleo, el gobierno está celebrando esa realidad. El gobierno se engaña a sí mismo con sus estadísticas para complacerse, pero no para resolver problemas. El Inegi dio un dato que el gobierno no resalta ni enfatiza: crece el sector laboral informal, mientras decrece el del trabajo formal. ¿Cuál es la explicación de este evidente retroceso? Pueden ser muchos factores externos e internos, pero su combinación relata una historia de sufrimiento: empresas formales cierran y se vuelven informales o desaparecen totalmente, con el consecuente despido de su personal. El efecto neto del crecimiento del trabajo informal es que se han incrementado exponencialmente las carencias que padecemos los mexicanos en salud, educación y satisfactores elementales de vida.
La conclusión inevitable es que hay una creciente pauperización de la masa trabajadora en el país, a pesar de los apoyos sociales y del aumento en los salarios mínimos. Por lo tanto, afirmar, como lo hace el gobierno, que hay más clase media que “clase pobre” en México es producto de un cinismo matemático que no tiene justificación ni explicación, más allá de la retórica política de un gobierno desbordado por sus agobios internos y externos. En el índice de libertad y economía informal, México se encuentra en el lugar 91, por debajo de Bolivia, Ecuador, Colombia, Argentina, Honduras, Guatemala, Brasil, Perú, Panamá, Uruguay y Chile. Nada que presumir en materia de ejercicio de la libertad y de economía informal. Claro, estamos arriba de Nicaragua y Venezuela, pero con ellos la vara de comparación es inexistente.
Frente al anuncio oficial que afirma una reducción sensible de la violencia, expertos en seguridad independientes aseguran que el cambio en la metodología atenúa artificialmente la realidad y le permite al gobierno hablar de una caída en los homicidios dolosos. Las autoridades cambiaron los métodos de medición, creando categorías como “otros delitos contra la vida”, donde esconden una gran cantidad de homicidios. Adicionalmente, en este sexenio han crecido las “desapariciones”, lo cual también ha servido como categoría para ocultar otros homicidios dolosos. De hecho, los registros de desapariciones han aumentado en relación con el sexenio anterior. En conclusión, en materia de homicidios dolosos, tomando en cuenta todos los indicadores de los niveles de violencia real, se puede afirmar que no ha habido ni remotamente la disminución que anuncia, ufano, el gobierno.
No se ha reducido ni la pobreza ni la violencia en México. Son asignaturas pendientes, mientras el país espera la llegada de un gobierno capaz de atender de fondo los justos reclamos de una población inconforme.
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Delirios de Marx Arriaga
Columna de opinión escrita por Ricardo Raphael para el diario Milenio
Lunes 29 de diciembre de 2025
Ricardo Raphael
El director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública, Marx Arriaga, recién convocó a defendernos “masivamente” de “las cloacas” de la Secretaría de Educación Pública.
Enmarcado por una serpiente a punto de morderse la cola, el llamamiento comienza diciendo: “El magisterio creador de los libros de texto gratuito, junto con Marx Arriaga Navarro, convocan a toda alma libre, insurgente, con pensamiento y conciencia crítica, a organizarse en Comités para la Defensa de la Nueva Escuela Mexicana (…) los cuales son (sic) espacios de organización en donde, permanentemente, se promueven los principios del humanismo mexicano (…) todo ello para instruirnos, primero, en la filosofía, teología y pedagogía de la liberación…”.
Del puro arranque surgen tres preguntas: ¿por qué si se convoca a la creación de comités —a partir del primero de enero— se conjuga la acción como si estos ya existieran? ¿Por qué en una República laica tales comités, cuya misión sería refundar la SEP, instruyen y se instruyen en la teología de la liberación? ¿Cómo explicar que personas cuyo empleo de nuestra lengua es tan escandalosamente desastroso sean las autoras de los libros de texto?
El delirio de Arriaga hace suponer que la política educativa —instituciones, pedagogía, docencia, operadores, textos, escuelas, etcétera— tiene dueño. Es él quien ha querido privatizar, según su particular teología, una materia importantísima que es pública y, por tanto, pertenece a todas las personas.
“El Asalto al Cielo que se inició en el año 2018 aún no concluye. Solo hemos conquistado algunos pasillos”, reza la convocatoria y añade que “las grandes avenidas, los salones, palacios y mazmorras” siguen en poder del neoliberalismo.
No hay ambigüedad en este llamamiento: para Arriaga y secuaces, el gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum se ha rendido al neoliberalismo y por eso llama a la rebelión de los verdaderos obradoristas.
A todo esto, ¿cuál es la causa que dio pie al desplante? La traicionera publicación, por parte de la SEP, de tres miserables cuadernillos de apoyo para quienes imparten clases de matemáticas en primaria.
Zoom: Se necesita estar perdido en los laberintos donde convergen el poder y la locura para comportarse así. Que Arriaga nos haga a todos un favor: si quiere emprender una revolución, que antes renuncie a la comodidad de una nómina financiada con nuestros impuestos y depositada quincenalmente en su cuenta bancaria.
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Insubordinado
Columna de opinión escrita por Catón para el diario Reforma
Lunes 29 de diciembre de 2025
Catón
Tengo 87 años. Estoy empezando a hacerme viejo. En mi vida he tenido muchas experiencias, lo cual no me ha quitado lo inexperto. Una de ellas fue haber conocido a Harry S. Truman. Fui presentado a él en Independence, Missouri, en el museo-biblioteca que lleva su nombre. Me llamó la atención la elevada estatura del ex Presidente, pues en las fotografías no me parecía tan alto. Tampoco lo vieron así quienes dudaron de su victoria en la elección presidencial de 1948 sobre el republicano Thomas Dewey. Al saber que yo era de México dijo Truman que admiraba al gran héroe mexicano Jaidelgo. Me esforcé en recordar quién era el tal Jaidelgo, hasta que se me prendió el foco y me di cuenta de que así pronunciaba el señor el nombre de Hidalgo. Yo admiraba y sigo admirando a Truman. Se le condena por haber autorizado el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, pero quienes tal reproche le hacen no toman en cuenta que una invasión del suelo japonés habría causado millones de muertos en ambos bandos, pues los japoneses -hombres, mujeres y hasta niños-, fanatizados por la propaganda militarista, iban a defender hasta la muerte el territorio nipón. Las cruentas batallas de Iwo Jima y Okinawa mostraron la feroz resistencia que encontrarían los aliados al invadir Japón. Así, el uso de la bomba atómica fue el mal menor. Advierto con alarma, sin embargo, que me he ido por los cerros de Úbeda, paraje que visito con frecuencia. A lo que voy es a decir que una de las acciones más recordadas del presidente Truman fue haber despedido a Douglas MacArthur, despojándolo de todos sus cargos. Hacer eso fue osadía, pues ese general era el más popular entre todos los de la Segunda Guerra. Figura mediática, MacArthur se preocupaba más por su lucimiento personal que por los resultados de las misiones que se le encomendaban. Ególatra, soberbio, se sentía por encima de todos. Desobedecía órdenes; criticaba abiertamente a sus superiores, incluso al Presidente; actuaba como un emperador. Roosevelt no se atrevió a tocarlo, temeroso de la reacción pública. Truman lo destituyó. Dijo: "No lo despido por ser un pendejo y un hijo de perra, como en efecto lo es. Pero eso no es delito. Si lo fuera, más de la mitad de los generales del Ejército estarían en la cárcel. Lo despido por insubordinado". Desciendo ahora a terrenos bajunos y pedestres y digo que Marx Arriaga, salvadas las enormes diferencias, se asemeja en más de un sentido al díscolo general americano. También ese tipo, que en el nombre lleva la mala fama, es arrogante; también se cree autosuficiente y descalifica a sus superiores, incluidos el secretario de Educación y la presidenta de la República. Si no es despedido del puesto que con tanta torpeza y en forma tan tendenciosa ha desempeñado se comprobará una vez más que la mandataria no manda, y que la protección venida de La Chingada, y del más cercano círculo familiar del cacique de Morena, pesa más que la Presidenta y, sobre todo, más que el interés nacional. El tal Arriaga es parte de la nefasta herencia recibida por Claudia Sheinbaum de su antecesor. Dejar en su cargo a ese anacrónico resto de doctrinas ya obsoletas equivale a mostrar que, efectivamente, el que manda vive enfrente...

























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